
New Amsterdam. Años 70. En alguna central elécrica…
– ¡Ben! ¿Estás ahí? ¡Tienes que ver esto!
– ¿Qué pasa Mike? ¿Algún problema con los voltios?
– ¡Cállate y ven Ben!
Unos segundos más tarde, lo que Mike enseñó a Ben dejó a Ben anodadado. Ben aún no lo sabía, pero su vida ya nunca volvería a ser la misma.
Mike y Ben miraban atormentados las gráficas de consumo eléctrico de una pequeña urbanización de los alrededores. Varias casas estaban consumiendo un 30% menos de lo normal.
Mike y Ben habían oído que era algo que podía pasar, pero en el fondo de sus corazones nunca habían creído que pudiera pasar ahí, en su amada New Amsterdam.
Mucho se tenían que equivocar para que la razón de esa reducción en los ingresos de la central eléctrica no fuera que unos cuantos desalmados hubieran conectado sus electrodomésticos a alguna farola. Tenían que solucionar esto cuanto antes, esa gente tenía que seguir pagando ese 30% que se estaban ahorrando. Cabrones…
Mike y Ben salieron de la central como alma que lleva el diablo, y no tardaron en llegar a la urbanización. Sin embargo, las farolas parecían estar bien, y tampoco se apreciaban cables raros colgando de las líneas eléctricas.
-¡Pero qué demonios está pasando aquí!- exclamaron al unísono.
Tras una larga investigación descubrieron que las casas que estaban gastando menos electricidad eran las casas en las que, nadie sabe por qué, los contadores eléctricos estaban a la vista.
Desierto del Kalahari. Botsuana.
Un joven león, jugando, se acaba de dar un golpe en la cabeza contra una acacia. Lo típico. El resultado: un cuadro amnésico. El león ha olvidado gran parte de lo que sabía, incluídas varias de las normas sociales de la manada.
En ese estado, ve cómo un imponente león de espléndida melena está comiendo una gacela que acaba de cazar la manada. Nuestro joven amnésico tiene hambre, así que se acerca para unirse al festín.
El gran león le mira acercarse y le lanza un gruñido. El joven león amnésico no le da demasiada importancia y sigue avanzando. Pero algo sucede: en el preciso momento en el que el joven león va a hincar el diente a la gacela el gran león le da un zarpazo que le devuelve la memoria… El acaciazo le había hecho olvidar lo del macho alfa y todo ese rollo.
En algún salón de algún lugar.
Una lozana calefacción se dispone a caldear el ambiente. Si nada la detiene sabe que es capaz de poner ese salón a 50 grados celsius. Esa calefacción es la pera limonera, y lo sabe. Pero en cuanto el salón alcanza unos confortables 21 grados celsius, el maldito termostato manda a la calefacción parar.
En alguna tienda de jarabes.
Un vendejarabes acaba de ser bastante grosero con un cliente. Además no tiene ni idea de las características del jarabe que intenta vender. Finalmente el cliente se marcha de la tienda sin haber comprado el jarabe al vendejarabes.
No es algo que pase por primera vez, ese vendejarabes es bastante malo. El dueño de la tienda de jarabes le acaba despidiendo.
En alguna cocina.
Un niño pequeño que hace poco ha aprendido a caminar y trepar se sube a una silla. Desde ahí se le ocurre que sería una gran idea subir a la encimera. La vitrocerámica está encendida, el niño la toca y se quema.
En alguna empresa.
Se abre la puerta y entra un hombre con paso decidido. Parece enfadado. Se acerca al puesto donde se encuentra la megafonía de la empresa. Coge el micrófono y todo el mundo le oye decir que Winston, uno de los jefes, lleva días acosando y amenazando a su mujer.
Todo el mundo flipa, nadie lo sabía. Las cosas acaban de cambiar para Winston.
En algún monte.
Paco coge unas setas, al llegar a casa hace un revuelto y se lo come. Al rato de comerlo siente náuseas, dolor de tripa. Vomita y tiene descomposición. Paco va al médico.
En algún tanatorio.
Josefina, una mujer maravillosa murió el día anterior con 80 años. 80 años en los que ha vivido cansada. Nadie lo sabe, ni ella misma lo supo: Josefina era celiaca.
FEEDBACK
Aunque en mi último artículo ya se me pudo ver el plumero, con este ya lo peto. Amo el feedback. Solo un necio sería incapaz de flipar con el feedback. El feedback es la repanocha.
Por empezar de alguna manera, podemos recordar cómo Shane Parrish concede un papel principal al feedback en dos de las 3 causas que él atribuye a que no actualicemos de manera adecuada nuestro comportamiento al interactuar con la realidad.
Y no actualizar nuestro comportamiento al interactuar con la realidad no es moco de pavo. Es más bien una buena cagada.
1) El primer fallo es la falta de perspectiva:
“Nos cuesta mucho ver cualquier sistema del que formamos parte.”
Shane Parrish. The Great Mental Models. Volume 1
Este concepto me rechifla. Viene a decir que cuando estamos dentro de un sistema (sociedad, trabajo, familia…) es sumamente difícil tener una perspectiva sobre el mismo diferente a la que ya hemos normalizado. Acceder a un punto de vista diferente desde el que mirar (e intentar entender) nuestro sistema rara vez sucede de forma espontánea, normalmente nos exigirá un esfuerzo consciente.
Como ya he dicho, esta idea me requete-rechifla, pero hemos venido a hablar del feedback. Sigamos con los otros dos fallos, que SÍ que hablan de feedback.
2) El segundo fallo es el ego:
“Nuestras opiniones sobre nosotros mismos tienden a tener demasiado peso en muchos de nosotros como para dejarnos ver el feedback que nos devuelve el mundo al interactuar con él, el feedback que necesitamos para actualizar nuestras creencias sobre la realidad.”
Shane Parrish. The Great Mental Models. Volume 1
El típico día que le comentas a tus compañeros una idea increíble que has tenido y a ninguno le parece tan increíble. Y en vez de preguntarles por qué no les parece una idea tan fantástica para poder examinarla desde nuevos puntos de vista (y perfeccionarla o desecharla) te vuelves a casa pensando cómo pueden ser tan tontos de no darse cuenta de lo flipante que es tu idea.
Si esa idea es algo que quieres vender, por muy buena que creas que es la idea, nadie te la comprará. Clásico ejemplo de negocio o producto que no funciona.
3) El tercer fallo es la distancia:
“Cuanto más lejos estemos de los resultados de nuestras decisiones, más fácil será mantener nuestras opiniones actuales en lugar de actualizarlas”.
Shane Parrish. The Great Mental Models. Volume 1
No es lo mismo liderar un ejército desde un despacho que desde el campo de batalla. Una misma estrategia puede tener consecuencias radicalmente diferentes para el que toma las decisiones. En el despacho, si el líder de turno es medianamente empático, quizás pase un poco de pena y se ponga triste por la muerte de varios de sus soldados si la estrategia no lleva a la victoria. En el campo de batalla les verá sufrir, gritar y morir. Incluso le puede suponer la muerte.
EL FEEDBACK Y LOS SISTEMAS
Por otro lado, si todo esto no ha conseguido hacerte humedecer, podemos mirar el feedback (o al menos intentarlo) desde la lente de una “systems thinker” (pensadora de sistemas) como mi admirada Donella Meadows. Y si lo hacemos, oh dios mío, si lo hacemos y no te humedeces es que estás muerto.
El mundo está lleno de sistemas. El mundo es un sistema. Tú eres un sistema. Tus células son sistemas. Tu trabajo es un sistema. Tu familia es un sistema. Un bosque es un sistema.
¿Y adivinas cuál es la unidad operativa de los sistemas?
El feedback loop (bucle de retroalimentación).
Los systems thinkers ven el mundo como una colección de procesos de feedback.
“Si ves un comportamiento que se mantiene en el tiempo, es probable que exista un mecanismo que crea ese comportamiento constante. Ese mecanismo opera a través de un bucle de retroalimentación. El patrón de comportamiento constante durante un largo período de tiempo es el primer indicio de la existencia de un bucle de retroalimentación”.
Donella Meadows. Thinking in Systems
¡Ostribiri! Entender el mundo del feedback nos puede ayudar a entender el comportamiento del mundo. ¿No es eso lo que cualquiera en su sano juicio pediría en secreto si pudiera tirar su moneda a la fontana de Trevi?
El comportamiento del mundo. De las organizaciones. De las sociedades. De las empresas. De la naturaleza. ¡Mátame camión! ¡Qué pasada!
Sigamos mirando el mundo pues desde la lente de los feedbackloopófilos systems thinkers. ¿Qué podría salir mal?
Pues resulta que existen dos tipos principales de feedback loops:
1) Balancing feedback loops (bucles de retroalimentación “equilibradores”)
“Los bucles de retroalimentación “equilibradores” son estructuras de equilibrio o de búsqueda de objetivos en los sistemas y son tanto fuentes de estabilidad como fuentes de resistencia al cambio… Un bucle de retroalimentación equilibrador se opone a cualquier dirección de cambio que se imponga en el sistema”.
Donella Meadows. Thinking in Systems
Un ejemplo de este tipo de feedback loop sería el del termostato. La función de un termostato es la de mantener constante una temperatura (objetivo) determinada en una estancia. Si la temperatura desciende, el termostato dará la orden de funcionar a la caldera. Una vez que se alcanza la temperatura “objetivo”, el termostato da la orden de parar a la caldera.
Otro ejemplo podría ser el zarpazo que le da el macho alfa al joven león amnésico. Sin ese zarpazo la estructura social de las manadas de leones no sería posible. Da igual que el joven león olvide “cómo funciona su manada”, el sistema tiene sus mecanismos para mantener su comportamiento a pesar de su olvido.
2) Reinforcing feedback loops (bucles de retroalimentación “reforzadores”)
“Los bucles de retroalimentación ” reforzadores” se refuerzan a sí mismos, lo que lleva a un crecimiento exponencial o a colapsos desbocados con el tiempo”.
Donella Meadows. Thinking in Systems
Este tipo de feedback loop nos lo podemos encontrar en una de las trampas de los sistemas que Donella describe en su libro: La trampa del Éxito para los exitosos (success to the successful).
“Esta trampa del sistema se encuentra cada vez que los ganadores de una competición reciben, como parte de la recompensa, los medios para competir de manera aún más efectiva en el futuro. Eso es un ciclo de retroalimentación de refuerzo, que divide rápidamente un sistema en ganadores que continúan ganando, y perdedores que siguen perdiendo.
Donella Meadows. Thinking in Systems
En la mayoría de las sociedades, por ejemplo, los niños más pobres reciben la peor educación en las peores escuelas, si es que pueden ir a la escuela. Con pocas habilidades comercializables, solo consiguen trabajos mal pagados, lo que perpetúa su pobreza.
Otro ejemplo sería el de la erosión. Una vez que un terreno empieza a estar erosionado, cada vez menos plantas pueden crecer en él. Menos plantas significa menos raíces para sujetar el suelo. Menos raíces sujetando el suelo significa más erosión. Más erosión significa menos plantas que pueden crecer en él. Etc.
Entendiendo a los feedback loops.
Hay dos características de los bucles de retroalimentación que es especialmente importante entender antes de seguir adelante:
“La información proporcionada por un bucle de retroalimentación, incluso la retroalimentación no física, solo puede afectar el comportamiento futuro; no puede enviar una señal lo suficientemente rápido como para corregir el comportamiento que impulsó la retroalimentación actual. Incluso la información no física tarda en retroalimentarse en el sistema.”
Donella Meadows. Thinking in Systems
Siempre habrá retrasos en la respuesta que el sistema da ante la información que le envía el feedback loop.
“La fuerza de un ciclo de retroalimentación de equilibrio es importante en relación con el impacto que está diseñado para corregir.”
Donella Meadows. Thinking in Systems
Si eres un yonki del azúcar, que te moleste un poquito la tripa después de la experiencia ultrasensorial de comerse un gofre de nutella… pues qué quieres que te diga. Vaya mierda de feedback. O el cuerpo nos manda un feedback más doloroso, o seguiremos comiendo gofres como cerditos.
Cuanto más intento explicar estos conceptos que me tienen tan loco, más me impresiona la capacidad que tuvo Donella de explicarlos en su libro. Yo, por mi parte, de momento paro de intentar seguir explicando nuevas movidas de feedback y sistemas. A continuación me lanzo a la temeraria empresa de compartir algunas reflexiones desde el limitado nivel de entendimiento o mal-entendimiento que haya logrado alcanzar.
Feedback de andar por casa.
No sé si después de toda la brasa anterior he conseguido hacer que vibres de entusiasmo o más bien he conseguido que te sientas como si un ejército de barbitúricos a lomos de sus cápsulas hubiera arrasado tu cerebro. En cualquier caso, vamos allá.
Hablemos de retrasos e intensidades:
JOSEFINA
Josefina estuvo toda una vida recibiendo feedback. Comer gluten hizo que, entre otras cosas, toda la vida estuviera cansada. ¿Por qué entonces no dejó el gluten? Pocos problemas tienen soluciones tan fáciles…
Josefina, seguramente no estaba todo el día escuchando podcasts de fitness revolucionario y leyendo libros de alimentación. Josefina simplemente vivió cansada y jamás se le ocurrió dejar de comer gluten durante una buena temporada para ver si se sentía mejor. Si después de 80 años de feedback, el cuerpo no consiguió que Josefina cambiara su comportamiento para mejorar su cuerpo (el sistema), solo un loco se atrevería a decir que ese feedback era bueno.
El feedback no era lo suficientemente intenso, no le hizo la vida lo suficientemente imposible como para buscar (y encontrar) una solución.
El feedback llegaba con un retraso tal que Josefina, en 80 años, no pudo encontrar una relación causal entre el gluten y sus consecuencias. Si a Josefina le ardiera la lengua cada vez que una miga de pan entrara en su boca, es posible que Josefina hubiera pillado la indirecta.
LA VITROCERÁMICA
Compara el caso de Josefina con el del niño que se quema la mano con la vitrocerámica. Ahí tienes un feedback de 10. Si me tocas te quemas. Genial ¿No?
PACO
Paco, al rato de haberse metido un buen revuelto de setas que él mismo había cogido esa misma mañana, se empieza a sentir mal. Fatal. Y además, aunque no lo parezca, Paco sabe que hay setas venenosas (y creía que era capaz de reconocerlas).
En este caso, Paco ha tenido un buen feedback. Potente y relativamente cercano en el tiempo al factor desencadenante. Si consigue salir de esta, es probable que tenga más cuidado con las setas que echa al revuelto.
WINSTON
Winston es un pedazo de cabrón, lo cual, hasta la llegada del marido airado, no le suponía ningún tipo de problema. Hasta ese momento, el único feedback que recibía relacionado con su deleznable comportamiento era ver lo mal que lo estaba pasando la mujer a la que le estaba acosando y amenazando. Y eso, a un cabrón como él, le pone. Mucho.
Winston, cuando no estaba haciendo el cabrón, era saludado y sonreído en los pasillos. Estaba bien valorado por sus jefes y gozaba de buena reputación en la empresa.
La empresa, el sistema, era perfectamente compatible con que Winston fuera un cabrón. Hasta que el input “Winston está amenazando y acosando a una trabajadora” llegó al sistema. El marido tuvo que crear un feedback para que la empresa pudiera recibirlo. Y la empresa despidió a Winston, y la reputación de Winston se fue a tomar por culo.
EL VENDEJARABES
Al vendejarabes le pagaban por vender jarabes. No era bueno vendiendo jarabes y no vendía muchos jarabes. Al dueño de la vendejarabería le llegan los resultados de las ventas del vendejarabes (feedback), y el dueño despide al vendejarabes (para que no me tachéis de desalmado imaginaros que el vendejarabes, además de mal vendedor y grosero era muy mala persona).
EL TERMOSTATO
Imaginemos que un pícaro personaje manipula el termostato y lo programa para mantener la temperatura del salón a 50º. Si nadie va a comprobar la orden programada en el termostato, todo el mundo pensará que la calefacción o el termostato o lo que sea se han averiado. El bucle de retroalimentación “equilibrador” está funcionando a la perfección, aunque las personas a las que se les empieza a formar un corroncho de sudor en la parte de los sobacos de sus entalladas camisas no lo entiendan.
Moraleja: Si el objetivo de 21º celsius que pretendes conseguir o mantener con tu feedback loop equilibrador no coincide con el verdadero objetivo que en ese momento tiene el sistema (50º celsius), el problema no es del sistema. El problema es que no te estás dando cuenta de que el sistema está trabajando perfectamente, pero con un objetivo equivocado.
EL LEÓN
Puedes pensar en ti como en un león amnésico cada vez que te encuentres con algo que te parece “descaradamente” injusto, o “injustificablemente” equivocado, o cosas así.
Desde mi ignorancia, me atrevería a afirmar que absolutamente todo lo que vemos es normal. Todo “es” de la única manera que puede “ser”. Winston seguirá siendo un trabajador exitoso de gran reputación si nada cambia en esa situación en la que Winston es un trabajador exitoso de gran reputación.
“Los sistemas, como los tres deseos en el cuento de hadas tradicional, tienen una terrible tendencia a producir exactamente y solo lo que les pides que produzcan.”
Donella Meadows. Thinking in Systems
Los sistemas no saben de moralinas, los sistemas simplemente funcionan de la única manera en la que pueden funcionar en cada preciso momento.
Si lo que ves no te gusta, una de las formas que tienes de intentar, realmente, cambiar el sistema, es detectando los mecanismos de feedback del sistema, sus retrasos, sus intensidades. Una vez que entiendes los mecanismos de feedback, podrás alterar el sistema interviniendo sobre sus maravillosos feedback loops.
Cambiar un sistema pasa por entender el sistema.
NEW AMSTERDAM
Y por último, examinemos el maravilloso caso de las casas y los contadores. En esta historia hay más tomate del que se podría ver a simple vista.
Es increíble ver cómo algo tan sencillo como intervenir sobre nuestro grado de exposición a determinados tipos de informaciones puede tener gran impacto sobre el comportamiento del sistema.
Si cada día apuntas lo que comes, comerás mejor.
Si apuntas todo lo que gastas, gastarás menos.
Si cada día escribes sobre cosas por las que te sientes agradecido, te sentirás más agradecido.
Si haces mal algo y recibes un determinado feedback por ello, si consigues dominar el ego y todo eso, la próxima vez podrás hacerlo mejor.
Si haces bien algo y recibes un determinado feedback por ello, te sentirás bien y querrás seguir haciendo las cosas bien, o cada vez mejor.
Etc.
En resumen: vivimos rodeados de feedback.
Cuando el feedback es de una intensidad suficiente y proporcionada y el retraso con el que nos llega es adecuado, el feedback es bueno. Para bien o para mal. Funcionará tanto si nos gusta la manera en la que repercute en nuestras vidas como si no nos gusta. Si no nos gusta, el sistema no va a cambiar solo, simplemente porque tu creas que debería cambiar. Entiende el sistema y, entre otras cosas, estudia los mecanismos de feedback e intenta intervenir en ellos de manera que el sistema empiece a comportarse como creas que debería comportarse. Y recuerda que, aún así, te puede salir el tiro por la culata. Cuenta con que puedan aparecer consecuencias (lógicas y normales) con las que no contabas al intervenir sobre el sistema. No todo iba a ser tan estupendo.
Cuando el feedback es de una intensidad insuficiente o desproporcionada y el retraso es inadecuado, el feedback no es bueno. Para bien o para mal. Si chorreas dopamina tan solo de pensar en un gofre de nutella, de los densos, salvo que tengas algún tipo de intolerancia seria a alguno de los ingredientes, el mal rato que puedas pasar después de comértelo palidecerá comparado con el orgasmo que sacudirá a tus papilas gustativas mientras lo engulles. En estos casos, la cosa está jodida. Si quieres comer menos azúcar (o nada) hay que echarle al tema fuerza de voluntad, leer mucho sobre lo malas que son esas mierdas, hincharte a podcasts de salud y alimentación… No tener mierdas en casa, hacer el esfuerzo de detectar molestias cada vez que una de esas maravillas malditas atraviesa tu boca y establecer una relación causal entre las molestias y el placer. Visualizarte dentro de unos años con diabetes y sobrepeso, jadeando subiendo cuatro escaleras. Etc. Pero te seguirá apeteciendo el gofre. Y lo sabes.
Si te da pereza leer, aquí lo leo para ti.