
La trilogía del lenguaje II
2- EL SENTIDO DE LA VIDA Y EL LENGUAJE
Seguiremos utilizando a nuestros dos protagonistas, esta vez para preguntarles por el famoso sentido de la vida:
¿Qué pasaría si rompemos las reglas y contactamos con Tarzán para preguntarle por el sentido de la vida?
Pues que Tarzán nos miraría con curiosidad, o con miedo, o con deseo, o con hambre… pero no entendería absolutamente nada. Recordemos que no conoce el lenguaje.
¿Y si le preguntamos a Leonardo por el sentido de la vida?
Con suerte, según sus vivencias, Leonardo respondería convencido que el sentido de la vida es Dios, o forrarse, o ser feliz… aunque por estadística, probablemente no tendría ni idea de qué contestar.
El sentido de la vida, como concepto, sólo puede existir si previamente se ha construido toda una lógica que, por un lado, permite formular el concepto mismo, y por otro, ofrece un marco conceptual que lo soporta.
El lenguaje es una araña que va tejiendo una tela para cada uno de nosotros.
Como resultado de nuestros primeros encuentros con el lenguaje, éste empieza a tejer finos hilos según la lógica a la que en ese momento podamos acceder. Así, a la vez que instintivamente intentamos alimentarnos succionando del pezón de nuestra madre, aprendemos que el ruido “mamá” representa a nuestra madre y empezamos a ser capaces de asociar el ruido “mamá” a nuestra madre aunque no la veamos.
En poco tiempo somos capaces de empezar a emitir esos mismos ruidos para comunicarnos, a la vez que cada vez somos más capaces de representar con nuestra mente cada vez más cosas que no se ven: “bueno”, “malo”, “idea”, “pensar”, “minutos”…
Sin darnos cuenta, empezamos a pasar cada vez más tiempo con nuestra atención puesta en la tela que la araña está tejiendo para nosotros y menos en el mundo en el que se encuentra la tela.
Con los años, nuestra experiencia del mundo en el que vivimos se reduce casi en exclusiva a nuestra experiencia de la tela de araña. La araña ha ido tejiendo para cada uno de nosotros una tela que consigue hacer real en nuestras vidas todo lo que no existiría si no existiera la araña, si no conociéramos el lenguaje.
De la misma manera, la tela sirve de soporte a diferentes lógicas del lenguaje (científica, evolutiva, moral, ética, religiosa, espiritual, supremacista, …) que pronto acaban suplantando la lógica de la vida, la lógica por defecto a falta de lenguaje. La de no morirse, la de Tarzán.
No es de extrañar, por tanto, que en algún momento la araña teja como parte de nuestra tela la noción de sentido de la vida.
La lógica con la que teje la araña es constantemente retroalimentada y modificada por las continuas interacciones entre nuestras percepciones, conceptos y procesamientos cognitivos. Podríamos hablar de una “cripto-lógica”. Una lógica absolutamente única para cada persona e incesantemente encriptada por una incesante retroalimentación. Una lógica artificial e inaccesible, completamente indesencriptable.
Nuestra experiencia subjetiva de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo está absolutamente condicionada por la tela de araña en la que vivimos. La tela que ha creado la araña ha secuestrado nuestra atención: aunque en todo momento veamos, olamos, escuchemos, toquemos o degustemos algo, nuestra atención está casi por completo desviada a los procesos mentales mediante los que nos preocupamos, arrepentimos, planeamos, deseamos, añoramos, enfadamos, alegramos, pensamos.
Sentimos que somos el “pensador” de nuestros pensamientos, o el “añorador” de nuestras añoranzas, o el “planeador” de nuestros planes… Es decir, sentimos que nuestra identidad la define nuestra tela de araña, nuestro rol como procesadores de conceptos. Hemos perdido toda conexión con nuestro yo original, el que sobre todo, vive para no morirse.
La evolución, la genética, la biología, la naturaleza… nos han optimizado como individuos para no morirnos y como especie para autoperpetuarnos. En el momento en el que empezamos a separarnos de la lógica de la vida, en el momento en el que nuestro día a día no es gobernado por el propósito de no morirse, perdemos cualquier ventaja que nos pueda ofrecer esta optimización.
A cambio, nos encontramos viviendo según una lógica artificial.
Por un lado, hemos evolucionado lentamente como especie a lo largo de muchos miles de años para ser cada vez mejores consiguiendo no morirnos y autoperpetuándonos. Por otro lado, los últimos miles de años el lenguaje ha evolucionado cambiando nuestra realidad a un ritmo exponencial.
Así, Leonardo en muy poco tiempo pasa de una vida sin lenguaje en la que simplemente sobrevive y percibe a otra en la que sobrevive por defecto y en la que procesa todo cuanto percibe con la lógica artificial de una realidad configurada por el lenguaje.
Examinemos esta lógica artificial a través de 3 ejemplos:
1) Las relaciones sociales, la relación con la realidad…
El lenguaje, desde que empezó a permitir “existir” a conceptos como “el bien“, “el mal“, “lo bueno“, “lo malo“, “la riqueza material“, “la subordinación“… ha ido desarrollando una lógica “relacional” que estandariza y normaliza las relaciones sociales o la relación con la realidad. Esta lógica ha ido evolucionando durante miles de años y, cuando Leonardo nace, hereda y asume esta lógica como marco de referencia. Así, Leonardo adopta esta lógica externa y artificial en la medida que su conocimiento del lenguaje le permite asumirla. De esta manera no tiene la menor opción de desarrollar una lógica interna, natural y coherente a su condición de ser humano optimizado por muchos miles de años de evolución natural.
2) Internet, el móvil, las redes sociales…
Son el producto de muchos años de evolución tecnológica, soportada y acelerada por la capacidad del lenguaje de dar soporte a cada pequeño avance o descubrimiento, para que cada generación pueda beneficiarse de las lógicas de su desarrollo y pueda seguir impulsándolo y acelerándolo. Leonardo vive 60 años en una realidad gobernada por una monstruosa lógica desarrollada por millones de personas durante miles de años. Parece lógico pensar que pueda no resultar excesivamente sencillo entender esta lógica e integrarla como propia y natural.
3) El concepto de éxito…
En este escenario, Leonardo inconscientemente asume una idea de éxito dictada por unas lógicas artificiales y que no ha tenido opción de examinar, elegir o rechazar. De esta manera, aparecen métricas artificiales que convierten a Leonardo en algo medible cuyo valor viene determinado por la comparación. Estas métricas morales, económicas, estéticas, sociales… hacen que Leonardo asocie su propio valor al valor que su lógica artificial determina en función de estos parámetros externos y artificiales.
En definitiva, parece inevitable que la araña acabe tejiendo la noción de sentido de la vida como una parte más de nuestra tela de araña. Muchos miles de años de evolución natural han desembocado en la versión que hoy conocemos del ser humano. La mejor versión posible, según la lógica de la vida, la de no morirnos como individuos para conseguir autoperpetuarnos como especie. Sin embargo, en muy pocos miles de años, el lenguaje ha conseguido cambiar por completo la lógica con la que vivimos, una lógica que no nos es natural y para la que no estamos preparados. Parece imposible encontrar sentido a la vida viviendo de este modo.
Podemos intentar verlo de esta manera:
Imagina que durante millones de años una determinada especie vive en condiciones glaciales. Consigue sobrevivir, y además, la evolución poco a poco le ha ido dotando de una buena capa de grasa periférica, rodeada de una piel gorda sumamente peluda, como la de los osos polares. Tras millones de años, la evolución ha hecho un buen trabajo y esta especie está optimizada para la vida en estas condiciones.
Imagina que repentinamente (unos pocos miles de años) acaba esta larguísima época glacial y llega un clima desértico con altas temperaturas… La lógica adaptativa de esta especie ha cambiado por completo, quizás a pesar de todo tenga gran capacidad de adaptación y consiga sobrevivir adoptando nuevas habilidades, pero quizás sería aún más probable que esta especie desapareciera.
Salvando las distancias con el ejemplo, nos ha tocado vivir una vida sin sentido desde el punto de vista de la propia vida. Por muy bien que nos adaptemos, lo miremos por donde lo miremos, esta no es la vida para la que hemos sido optimizados.
En el siguiente enlace podrás ver cómo acaba la trilogía:
Si te da pereza leer, aquí lo leo para ti.
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