MIERDA NECESARIA

 

Permitidme compartir con vosotros una de las cosas que no puedo evitar imaginar que podríais pensar al encontraros con alguna de mis publicaciones:

“Vaya mierda”

Pues sí amigos, detrás de toda esta movida tan chuli, habita (aunque no se esconde) un ser sensible, inseguro y temeroso. Un ser que hace un par de años hubiera sido incapaz de emitir semejante cantidad de mierda al dominio público.

“La verdad es que te la podías haber ahorrado perfectamente”

(Puedo pensar que podríais pensar)

Entonces,

“¿De dónde has podido sacar las increíbles fuerzas y la desvergüenza necesarias para exponerte de esta manera a hacer el ridículo?”

(La cabrona de mi mente me hace pensar que podríais preguntaros)

Pues bien, si mis diabólicas imaginaciones no van desencaminadas, alguno de vosotros podrá encontrar aquí algunas respuestas a las preguntas que os hacen estar super estupefactos.

 

Ikigai y la mierda

 

Ikigai, además de un bonito concepto japonés que se refiere más o menos al propósito en la vida, es el título de un pedazo de libro escrito por Sebastian Marshall. Entre otros muchos temas, me impactó la manera en la que habla de la mierda necesaria.

En el mismo libro, puedes encontrar esta cita (traducida más o menos, el libro solo se encuentra en inglés, una pena):

“Persuade thyself that imperfection and inconvenience are the natural lot of mortals, and there will be no room for discontent, neither for despair.”

Tokugawa Ieyasu
(Convéncete a ti mismo de que la imperfección y la incomodidad son la suerte natural de los mortales, y no habrá lugar para el descontento ni para la desesperación.)

 

Detrás de esta idea, si no caes en la trampa de la mente de entender lo que no sabías, quizás consigas encontrar el empujón necesario para empezar a hacer, o empezar a emitir al dominio público todo eso que no haces o no emites porque – hablando en plata – no tienes “lo que hay que tener”.

Sebastian – y diferentes autores de diferentes maneras – llaman la atención sobre lo absurdo que es no hacer algo por la simple razón de que no va a ser suficientemente bueno, o perfecto.

“The work you just completed is never your best possible work.”
Sebastian Marshall
(El trabajo que acabas de hacer nunca será el mejor trabajo que podrías haber hecho)

 

Si te consigues deshacer de la obligación que TE impones de, cada vez que haces algo, hacer la mejor versión posible que podrías llegar a hacer, ganarás la increíble libertad de poder intentar cualquier cosa. Por una sencilla razón:

Si al final te sale una auténtica mierda, sabrás de sobra que era algo que podía suceder, y lo entenderás como un peaje necesario e inevitable para poder llegar a conseguir, algún día, hacer algo realmente bueno.

Fotos, o vasijas, o la niña de la curva…

 

Reforzando esta idea, en muchos libros/artículos/podcasts, cuando se enfrentan cantidad y calidad, me he encontrado con la referencia al mismo experimento.

Unas veces es con vasijas, otras con fotos… El caso es que no he logrado encontrar el experimento original para poder enlazarlo (tampoco me he matado a buscarlo, no voy a negarlo), así que lo mismo es un bulo tipo la niña de la curva. De todas formas, tiene sentido, y va más o menos de lo siguiente:

 

En una universidad de EEUU (todo suele ser en EEUU así que me la juego), dividieron a un grupo de estudiantes en dos grupos.

+ A los del primer grupo se les encomendó que se hincharan a hacer vasijas.

+ A los del segundo grupo (me imagino que se llamaría grupo B o grupo 2) se les encomendó hacer la mejor vasija que fueran capaces de hacer.

Así las cosas, a final de curso resultó que los que se habían puesto hasta las cejas de hacer vasijas acabaron haciendo vasijas mucho mejores que los que se dedicaron a hacer la vasija perfecta.

La moraleja es clara: 

Haciendo se aprende.

Alcanzarás mejores resultados haciendo mucho (aunque mucho de lo que hagas sea una mierda) que haciendo poco intentando no hacer mierdas.

 

¿Y ahora qué?

Antes de mandar esta idea a algún oscuro rincón de tu biblioteca mental, te propongo que, si algo de esto te ha resonado, te pares a pensar en:

¿QUÉ es eso que estás dejando de hacer porque temes enfrentarlo a la opinión de la gente o porque temes que no conseguirás hacerlo tan bien como crees que podrías hacerlo.?

“Want to write a great book? Free yourself to write a bad book first.”
Sebastian Marshall
(¿Quieres escribir un gran libro? Concédete la licencia de escribir primero un mal libro.)

 

Si todo esto no es suficiente para que te animes a empezar a HACER, puedes tirar de otros clásicos de la autoayuda como:

“Recuerda que al mundo le resultas indiferente. Todos estamos demasiado ocupados en nosotros mismos como para dedicarte un solo minuto.”

o

¿Qué es lo peor que podría pasar?

Y si a pesar de todo la vergüenza te paraliza, siempre te quedarán los superjuegos de autoayudabarata.com para empezar a trabajar con ella de verdad, no a lo flipao:

Canta o no te cambies o descálzate.

 

Confesiones de un engreído vanidoso

 

Reconozco que desde pequeño, cuando veía una película, siempre me identificaba con el protagonista. Aunque nada en mi vida me pudiera hacer pensar que yo podría hacer lo que él hacía.

También, cuando leía, veía o escuchaba casi cualquier cosa, muchas veces pensaba que yo podría hacerlo mejor. Aún cuando nunca había hecho nada parecido que me pudiera hacer pensar eso.

Después de muchos años viendo correr a mi padre algunas carreras populares y verle pasar siempre bastante más tarde que los primeros, solía pensar que yo sí que iría entre los primeros. Aunque nunca me atrevía a apuntarme a ninguna carrera (vaya con las disonancias cognitivas…).

Así, la primera vez que corrí una carrera, me pude dar cuenta por fin de cómo de buenos eran los buenos. Y eso que eran unos matados comparado con los buenos de verdad… 

Me costó aprender la lección, pero últimamente, cada vez más, intento frenar esa voz fanfarrona que juzga a quien HACE. Y desde que HAGO, no me queda más remedio que reconocer cómo de buenos son los buenos. Y no me queda más remedio que reconocer que no soy capaz de hacer las cosas tan bien como me imaginaba. Y gracias a eso, me he comprometido con “hacer”. A ver si así algún día consigo acercarme a hacer las cosas tan bien como me imaginaba que podía hacerlas.

Te animo a conectar con tu versión creadora, y te animo a calmar a tu versión juzgadora. Conviértete en el tipo de persona que te gustaría que se encontrara con tus creaciones.

Y hazte a la idea cuanto antes de que muchas de las cosas que crees…

serán una auténtica mierda.

Si te da pereza leer, aquí lo leo para ti.