ELENE Y EL CAMIÓN DE LA BASURA
¿Qué me estoy perdiendo?
Hace no muchos meses, mi hija Elene empezó a chapurrear sus primeras palabras, entre ellas, camión.
Su palabra para camión no era demasiado parecida a nuestra palabra camión, así que yo aún estaba en esa primera fase en la que aún no le entendía.
Lo que viene a continuación es la historia de cómo conseguí entenderle por primera vez.
Un día, desayunando, empezó a repetir emocionada su palabra “camión”. Le veía y le escuchaba, y aunque lo intentaba, no le entendía. Me preguntaba qué estaría queriendo decir pero no le di más importancia. Había muchos momentos así a lo largo del día.
Este momento se repitió 1 o 2 veces cada día los siguientes días, hasta que Elene, al ver mis limitaciones, un día, se bajó de la silla y fue corriendo a la ventana, emocionada.
Y allí estaba, el camión de la basura.
Y de repente, ese ruido que llevaba ya un rato presente, empezó a estar presente también para mi.
Llevamos más de 10 años viviendo en el mismo piso, y habremos escuchado al camión de la basura, como mínimo, miles de veces. Esto es un hecho absolutamente irrefutable.
No escribo esto para lamentarme de no darme cuenta de que el camión de la basura pasa cada vez que pasa, pues puedo vivir con ello. Sin embargo, detrás de esta situación me encontré con la pregunta:
¿Qué me estoy perdiendo?
Cada vez que el camión de la basura pasa y no me entero…
¿Dónde está mi atención?
¿A qué le estoy haciendo caso?
¿A qué NO le estoy haciendo caso?
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